martes, 12 de octubre de 2010

Coke Habla!

el personaje de Coke ha generado adicción, debate, cariño, polémica; algunos consideran que es de culto. Sea lo que sea, queremos a Coke y sobre todo a José Pablo Gómez. Zancada habló con él y, por primer vez, éste decidió dejar de callar y contar algo de quién es.

Invitado: JOSE PABLO GOMEZ

José Pablo estudia derecho y es uno de los actores de Velódromo, la película dirigida por Alberto Fuguet. Al escritor lo conoció primero en el colegio cuando leyó Mala Onda, y como varios en su momento amó al personaje Matías Vicuña.

Cuando estudiaba en el Saint George’s postuló con un amigo para participar en una película de este libro que haría Fuguet. Quedó y la película no se hizo. Más tarde Alberto lo llamó para participar en “Dos Horas”. Ahora después de su debut en la pantalla grande no tiene grandes expectativas con la actuación, sólo sabe que le gusta y quiere seguir, hablamos con él sobre ello.

¿Cómo fue el proceso de grabación de la película Velódromo?
Alberto me dejó bastante ser, no me daba muchos consejos porque creo que no quería presionarme. Fue lo más natural posible. Pablo me dirigía más, me daba más indicaciones de posturas, de cómo hablar. Fue todo muy espontáneo, porque nunca hubo la presión de una cámara muy grande. O si esto sale mal no vamos todos a la cresta. Siempre fue un círculo bastante íntimo.

Alguna anécdota…
Una vez nos colamos a un funeral. En una de las primeras escenas era de otra persona, después nos echaron del cementerio, tuvimos que correr. Todo era demasiado entretenido.

¿Encuentras que te pareces al personaje?
Yo soy súper opuesto al personaje. No soy millonario no manejo un auto y no sé si me agarraría a un hueón. Yo para hacer el personaje pensé cómo sería yo lo más extrapolado posible. Para acercarme a lo que es Coke, porque como no soy actor no sabía como interpretar las sensaciones de Coke. Traté de hacerlo como yo, siendo otra persona.

Y sobre el personaje de Pablo Cerda, Ariel Roth ¿qué opinas?
Creo que hay muchos Pablos en la cris de los 30, que no han logrado nada. La reflexión más importante es que al final lo que el le pide a la vida es que nadie te huevee y lo logra. Y cuando logras esa independencia, y consigues que nadie te ande mangoneando ni diciendo como hacer las cosas, es llegar a un buen momento de la vida.
Ariel Roth es un bacán, porque a pesar de no tener nada y no aspirar a nada lo logra todo: andar en su bicicleta, tener un tipo de relación sentimental y trabajo medio estable. Al final logra andar feliz, sin que nadie lo moleste. Si uno quiere ver una película con un héroe de protagonista, tiene que ver otra, no Velódromo. Él es un distinto tipo de héroe, Ariel es un héroe más humano, que te puedes topar en la calle. Pero yo no me parezco a él, quiero más cosas en la vida.

¿Alguna vez has querido dejar derecho y dedicarte al teatro?
Estudié derecho porque quería ser profesor, lo del teatro nunca me lo planteado hasta ahora, a veces se me pasa por la cabeza dejar todo y empezar a estudiar teatro. A mí no me gustaría hacer teatro de todas formas, hacer obras y eso, me gustaría hacer cosas como las que he hecho con Fuguet. Pero nunca me he hecho grandes expectativas con este trabajo, no creo que llegue un canal a pedirme que trabaje en algo. Si eso pasara voy altiro. Me encantaría.

viernes, 8 de octubre de 2010

pedaleando a Conce: 19 de oct / 2 funciones

Velodromo en TALCA




este viernes--- 8 de octubre: VELÓDROMO
a las 1900 hrs
pero AHORA EN OTRO LOCAL------OJO-------

en la Univ de TALCA
si, pero más al centro, en la CASA CENTRAL

Atención!!! Mañana en la CASA CENTRAL @Utalca, Alberto Fuguet nos habla de su última película "Velódromo", 19 hrs. 2 norte 685

domingo, 3 de octubre de 2010

llenar un vacío


No sólo hay críticas en la prensa tradicional (o en twittter....) sino en blogs y en medios nuevos, como Paniko.cl Los medios nuevos tienen más espacio o acaso más libertad. Aquí una aproximación al interior de Ariel que nos interesó y que nos pareció llena vacíos críticos

Velódromo: Llenar un vacío

por Marcelo Poblete

Como se sabe, Velódromo se estrenó en sólo una sala- Ladrón de Bicicletas- y en Bazuca y VTR on demand. A pesar de eso, todavía hay cosas que decir sobre la nueva de Fuguet.

Andar en bicicleta, como ver películas, son cosas que se pueden hacer en soledad perfectamente. Podemos vivir la experiencia a nuestro antojo, bajarnos o salirnos cuando queramos, tomar los atajos que se nos ocurran, sin dar explicaciones a nadie. No hay presión de ningún tipo. No hace falta un cómplice. No es necesario llegar a un acuerdo. En ese sentido, andar en bicicleta, como ver películas, son las mejores formas de escape cuando queremos estar solos sin que se nos note tanto.

Ariel Roth, el protagonista de Velódromo, la ultima incursión cinematográfica de Alberto Fuguet, tiene esos dos pasatiempos/obsesiones y recurre a ellos cada vez que puede. No importa la hora, el lugar ni el estado de ánimo. La idea, se me ocurre, es tratar de llenar un vacío interno, sin recurrir a personas externas.

Ariel ve películas tirado en la cama, tomándose un café en un lugar publico, incómodo en su escritorio después de un carrete, desnudo en la tina o cuando afuera recién comienza a aclarar. Le da lo mismo.

Usa la tecnología no para conectar, sino para aislarse. Un poco como todos.

Todo bien hasta ahí. Alguien que no se quiere comunicar, que se reserva, que se aleja, a estas alturas me parece casi héroe.

Pero la aparición de su primo adolescente que lo tiene todo y a su vez todo le da lo mismo, o un director de esos que son revelación con su ópera prima o un escritor veinteañero que es grito y plata con una novela que todavía ni se publica, lo alteran. Se complica. Le sale algo parecido a la envidia o a la frustración. Se siente viejo, perdedor, fracasado.

Y es recién ahí donde realmente se le mueve el piso a su pequeño mundo creado a base de torrents, pedales y MP3.

Es en ese momento cuando uno dice, ¿en qué quedamos? ¿No era tan cool ser medio autista? ¿No te daba lo mismo que los que te rodeaban te mandaran a la cresta? ¿Si todo el mundo es tan imbécil entonces porqué no te sales con la tuya? ¿No te sentías tan superior? ¿Te tienen que entregar una beca por ver tantas películas?

Ariel Roth dice que andando en bicicleta no compite con nadie, que puede andar a su propio ritmo, sin que nadie lo apure. Perfecto. Pero su gran conflicto es cuando mira para el lado, cuando se compara, cuando saca la calculadora y el cronómetro.

Creo que no hay nada peor, nada mas cobarde, que decir que no se está compitiendo cuando lo único que se quiere es llegar de los primeros a la meta.

Siento que con la actitud que muestra Ariel Roth frente a los triunfos ajenos, deja en evidencia que estaba en una carrera, pero no quería que nadie se diera cuenta, y cuando creyó que ya no tenía opciones de ganar, decide retirase. Se sale. O se hace el lesionado. Y en otro lugar, donde nadie lo ve, comienza a pedalear lento, dando vueltas, de noche. Completamente solo. Sabe que ahí nunca va a llegar último. Pero tampoco primero.

Y a pesar de todo lo que se le pueda criticar a Ariel Roth, para mi eso es un final feliz. O casi.



¿Quién quiere ser Ariel Roth?


Columna aparecida el viernes recién pasado en la revista Wiken de El Mercurio
Que bueno es encontrar a los que sí entienden a Ariel y no lo tachan de Onanista o cosas peores.

¿Quién quiere ser Ariel Roth?
por Sergio Paz

Ariel Roth Roth (“larga historia”, dice Ariel) es el protagonista de “Velódromo”, la nueva película de Fuguet.
Ariel Roth Roth es un tipo sin ambiciones. Un diseñador gráfico al que, tal como a Gepe, poco y nada le interesa el diseño. Salvo, claro, diseñar afiches de películas. Eso y andar en bicicleta. Nada profesional: Ariel Roth Roth no sabe de componentes Shimano, no anda con una mega bici entre los cactus de Huinganal. Roth Roth no mueve la cadena porque quiera ser más aeróbico o sacar gruesos músculos en sus pantorrillas. No: Ariel Roth Roth no bicicletea por deporte ni porque sea una tendencia (odio la palabra tendencia) sino, simplemente, porque le gusta andar en bicicleta. El punto es que Ariel tiene más de 30 años, su mejor amigo lo acaba de “patear”. Por loser. Y su novia, la verdad, ya no lo soporta.
Tras la función del estreno, es lo que se habla una y otra vez en el cine de Carlos Pinto: El ladrón de bicicletas, un lindo cine–centro de eventos en Bellavista.
“Qué raro personaje es Ariel”, dicen unos. “Es loser o no es loser Ariel Roth”, se preguntan otros, mientras en el cine van y vienen sabrosos coctelitos. En los días venideros la polémica no estaría ausente: no pocos han dicho que la vida de Ariel Roth es la de un pendejo/viejo sin importancia, algo así como un nuevo nihilista. Un patán. Un onanista. Un nada. Bah. No estoy de acuerdo. Es fácil imaginarlo; Ariel no tiene Facebook, no tiene Twitter, no está conectado. Pero eso, de partida, no significa que no sea tech. Todo lo contrario. En la era post Blockbuster, Ariel Roth sabe cómo bajar películas y verlas sin que se paguen. Digamos que Ariel Roth no está en las redes sociales. Sí, quizás, en las anti–sociales.
Reconozcámoslo: en medio del exitismo sofocante, Ariel Roth Roth es un pájaro raro que inquieta y cuestiona. En el planeta deseo, Ariel Roth Roth quiere poco y nada. No sueña con estar en Londres. Le gusta Santiago. No necesita Blackberry. Ni siquiera un auto. No quiere comprar un departamento; para qué si arrienda uno barato. “Puede que mi mundo no sea perfecto, pero al menos gira”, dice Ariel a poco de arrancar “Velódromo”; una película que podrá gustar mucho o más menos, pero entre sus gracias cuenta que tiene ideología, moral, punto de vista. Digamos que un mundo que a muchos simplemente les molesta, les carga. Un pequeño planeta fuera de los rankings, de los ratings, de ser alguien para el CEP, para la UDP. Es el mundo Cuenta Rut del BancoEstado. Un mundo sin endeudamiento. Sin grandes ambiciones. Un mundo en el que basta dar una vuelta a la manzana (en bici) para estar feliz. O más o menos.
Aunque cada vez tengo más amigos tipo Ariel Roth Roth, no sé si yo podría ser amigo de Ariel. Algo en él sofoca, angustia. Lo extraño es que no es algo en él, sino algo de uno que choca en él: la emergencia (de emergente), el snobismo, la urgencia de ser emprendedor. No exagero: la moral Ariel Roth Roth tiene algo de nuevo Dharma, zen de cuneta en los demandantes tiempos del iPad. Corre la película: Ariel Roth Roth recorre Santiago de noche, llega a su casa, hace sopa para uno, se masturba frente al notebook. Se pelea con todo el mundo. Se lava los dientes. Ve otra película. Vuelve a andar en bicicleta. Solo. Son muchas las cosas que me gustan de Ariel Roth Roth, pero una en especial me encanta: Ariel Roth Roth sabe estar solo, vivir solo. Hoy por hoy el gran pecado en una sociedad que te castiga, ignora e incluso maltrata cuando quieres estar desconectado. No fuera. No outsider. No marginal. Simplemente no conectado. Vale la pregunta: ¿qué hay de malo en eso? ¿Qué hay de malo en ser Ariel Roth Roth? ¿Qué, aparte de que, en el fondo, todos queremos hacer lo que se nos da la gana? Poco y nada más. En El Quisco, en Providencia, donde sea.