...La bicicleta está a medio camino entre el automóvil y el zapato; su ligereza permite a quien va en ella rebasar las miradas peatonales y ser rebasado por las miradas a motor. Así, el ciclista es dueño de una libertad extraordinaria: la invisibilidad. La naturaleza híbrida de su vehículo lo coloca al margen de toda vigilancia… el ciclista es suficientemente invisible como para lograr lo que el peatón no puede: pasear su soledad y abandonarse al curso de sus meditaciones… las bicicletas se asemejan a su ciclista. En ellas, el hombre se siente realizado, representado, resuelto… el que ha encontrado en el ciclismo una ocupación desinteresada de resultados últimos, sabe que es dueño de una rara libertad, sólo equiparable con la de la imaginación… el que va suspendido a medio metro del piso puede ver las cosas como a través de la cámara cinematográfica: tiene la posibilidad de demorarse en los detalles y la libertad de pasar por alto lo innecesario.
Lo anterior según Valeria Luiselli en su libro Papeles Falsos
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