sábado, 17 de abril de 2010

la felicidad de la bicicleta

del blog http://www.hataricine.com.ar de Bs As....

Bafici 2010: La felicidad de la bicicleta

por Soledad Bianchi

Velódromo, de Alberto Fuguet con Pablo Cerda, Francisca Lewin, 111 min, 2010


Movimiento constante. El elemento protagónico es la bicicleta, indudable motivación del personaje. Su relación con ella no es de cariño, sino de goce. En su andar, se ve la necesidad de pedalear hacia delante, sin rumbo ni obstáculos. Su lugar más preciado es un impresionante (con el verdadero significado de la palabra) velódromo, al que añora desde unas gradas, lejanas a la pista curvada. Este lugar marca la progresión de la película, como una llegada a la tranquilidad. No se trata de una carrera, de conseguir éxito, sino de intentar liberarse de los prejuicios propios y ajenos. De escaparse de una nube negra que lo sigue, pero que en realidad, él mismo condensa.

La película se desarrolla en torno de la vida de Ariel Roth Roth, y no es una equivocación de tipeo. Hay algo en ese doble apellido que es referido y no contado. Da la sensación que el personaje estuvo en crisis por este tema, una crisis que lo alejó del mundo, que lo volvió lo que es, y que de alguna forma escurridiza, superó, por eso no lo cuenta. En Velódromo, el tema es otro. Los episodios, separados por placas, marcan las etapas de una inevitable meta: los 35 años. Algo de lo que no puede escapar, pero que intenta detener, o entender. Desarraigado. Antes de morir, su madre adoptiva le deja un departamento, porque para ella era lo más importante. Y no se equivoca, este lugar pasa a ser su refugio, al igual que los paseos en bicicleta que también lo son pero al descubierto. Lo acompaña constantemente la Mac, alterna películas descargadas con Photoshop, y vive prescindiendo del amor, aunque no de la compañía, sino más que nada, de los compromisos. Sin embargo, todos los que lo abandonan, su novia y mejor amigo, intentan recuperarlo, porque de alguna manera, envidian su libertad.

El acento está puesto en la comedia. Los gags se repiten, y hacen reír a los que se sienten más identificados. Una narración que no frena su movimiento. La imagen del corte del cable del freno de la bicicleta de Ariel lo demuestra. El montaje coreográfico del principio, auspicia los buenos encuadres. Todos los planos se abocan a recorren las actitudes de un protagonista bien elegido. Velódromo experimenta coincidencias con Te creís la más linda (pero erís la más puta), presentada también en la 12º edición de BAFICI. Más que de idioma, de género. Ambas están divididas en capítulos, se refieren a un personaje, la construcción de su personalidad, su relación con las mujeres y con quienes los rodean. Quizás por simple coincidencia, para ambos la salvación es su bicicleta. Las diferencias generacionales de los directores se hacen evidentes en la experiencia, en la superioridad de la puesta en escena. Velódromo es más lograda, por la coherencia del relato y lo efectivo de la narración. Cine chileno, hecho fuera de los márgenes comerciales, de las estilizaciones abundantes. Cine claro.