
Planeta Fuguet
Claridad narrativa, agudos diálogos y un poder visual a dos ruedas:
de eso se trata Velódromo, o, mejor dicho, de los treinta (y pico), los
amigos, los amores, el futuro y la soledad (temas que ya estaban presentes
en la película anterior del escritor chileno, Se arrienda). Fuguet
homenajea al cine como en sus libros, también se burla y se ríe de ellos
(como en sus libros) y divide la película en capítulos (como en muchos
de sus libros). Velódromo es una película emocional, existencial, con
buenas actuaciones, con muchos chistes que funcionan sin caer en
localismos y con un protagonista que, casi como el personaje de Marley
y yo, comparte su vida con una bicicleta (su mejor amiga, como el perro
de Owen Wilson). El amor por pedalear, descargarse, pensar, sufrir y
observar es la tentativa invitación que nos hace Fuguet, y a saltar el
alambrado y perdernos en ese velódromo donde todo gira y da vueltas
como en un planeta, un lugar bastante conocido para muchos.
Ezequiel Acuña
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