

Una Cinta Garage de Alberto Fuguet (Chile 2010) Notas de Prensa, Videos, Links y Más
José Pablo estudia derecho y es uno de los actores de Velódromo, la película dirigida por Alberto Fuguet. Al escritor lo conoció primero en el colegio cuando leyó Mala Onda, y como varios en su momento amó al personaje Matías Vicuña.
Cuando estudiaba en el Saint George’s postuló con un amigo para participar en una película de este libro que haría Fuguet. Quedó y la película no se hizo. Más tarde Alberto lo llamó para participar en “Dos Horas”. Ahora después de su debut en la pantalla grande no tiene grandes expectativas con la actuación, sólo sabe que le gusta y quiere seguir, hablamos con él sobre ello.
¿Cómo fue el proceso de grabación de la película Velódromo?
Alberto me dejó bastante ser, no me daba muchos consejos porque creo que no quería presionarme. Fue lo más natural posible. Pablo me dirigía más, me daba más indicaciones de posturas, de cómo hablar. Fue todo muy espontáneo, porque nunca hubo la presión de una cámara muy grande. O si esto sale mal no vamos todos a la cresta. Siempre fue un círculo bastante íntimo.
Alguna anécdota…
Una vez nos colamos a un funeral. En una de las primeras escenas era de otra persona, después nos echaron del cementerio, tuvimos que correr. Todo era demasiado entretenido.
¿Encuentras que te pareces al personaje?
Yo soy súper opuesto al personaje. No soy millonario no manejo un auto y no sé si me agarraría a un hueón. Yo para hacer el personaje pensé cómo sería yo lo más extrapolado posible. Para acercarme a lo que es Coke, porque como no soy actor no sabía como interpretar las sensaciones de Coke. Traté de hacerlo como yo, siendo otra persona.
Y sobre el personaje de Pablo Cerda, Ariel Roth ¿qué opinas?
Creo que hay muchos Pablos en la cris de los 30, que no han logrado nada. La reflexión más importante es que al final lo que el le pide a la vida es que nadie te huevee y lo logra. Y cuando logras esa independencia, y consigues que nadie te ande mangoneando ni diciendo como hacer las cosas, es llegar a un buen momento de la vida.
Ariel Roth es un bacán, porque a pesar de no tener nada y no aspirar a nada lo logra todo: andar en su bicicleta, tener un tipo de relación sentimental y trabajo medio estable. Al final logra andar feliz, sin que nadie lo moleste. Si uno quiere ver una película con un héroe de protagonista, tiene que ver otra, no Velódromo. Él es un distinto tipo de héroe, Ariel es un héroe más humano, que te puedes topar en la calle. Pero yo no me parezco a él, quiero más cosas en la vida.
¿Alguna vez has querido dejar derecho y dedicarte al teatro?
Estudié derecho porque quería ser profesor, lo del teatro nunca me lo planteado hasta ahora, a veces se me pasa por la cabeza dejar todo y empezar a estudiar teatro. A mí no me gustaría hacer teatro de todas formas, hacer obras y eso, me gustaría hacer cosas como las que he hecho con Fuguet. Pero nunca me he hecho grandes expectativas con este trabajo, no creo que llegue un canal a pedirme que trabaje en algo. Si eso pasara voy altiro. Me encantaría.
No sólo hay críticas en la prensa tradicional (o en twittter....) sino en blogs y en medios nuevos, como Paniko.cl Los medios nuevos tienen más espacio o acaso más libertad. Aquí una aproximación al interior de Ariel que nos interesó y que nos pareció llena vacíos críticos
Velódromo: Llenar un vacío
por Marcelo Poblete
Como se sabe, Velódromo se estrenó en sólo una sala- Ladrón de Bicicletas- y en Bazuca y VTR on demand. A pesar de eso, todavía hay cosas que decir sobre la nueva de Fuguet.
Andar en bicicleta, como ver películas, son cosas que se pueden hacer en soledad perfectamente. Podemos vivir la experiencia a nuestro antojo, bajarnos o salirnos cuando queramos, tomar los atajos que se nos ocurran, sin dar explicaciones a nadie. No hay presión de ningún tipo. No hace falta un cómplice. No es necesario llegar a un acuerdo. En ese sentido, andar en bicicleta, como ver películas, son las mejores formas de escape cuando queremos estar solos sin que se nos note tanto.
Ariel Roth, el protagonista de Velódromo, la ultima incursión cinematográfica de Alberto Fuguet, tiene esos dos pasatiempos/obsesiones y recurre a ellos cada vez que puede. No importa la hora, el lugar ni el estado de ánimo. La idea, se me ocurre, es tratar de llenar un vacío interno, sin recurrir a personas externas.
Ariel ve películas tirado en la cama, tomándose un café en un lugar publico, incómodo en su escritorio después de un carrete, desnudo en la tina o cuando afuera recién comienza a aclarar. Le da lo mismo.
Usa la tecnología no para conectar, sino para aislarse. Un poco como todos.
Todo bien hasta ahí. Alguien que no se quiere comunicar, que se reserva, que se aleja, a estas alturas me parece casi héroe.
Pero la aparición de su primo adolescente que lo tiene todo y a su vez todo le da lo mismo, o un director de esos que son revelación con su ópera prima o un escritor veinteañero que es grito y plata con una novela que todavía ni se publica, lo alteran. Se complica. Le sale algo parecido a la envidia o a la frustración. Se siente viejo, perdedor, fracasado.
Y es recién ahí donde realmente se le mueve el piso a su pequeño mundo creado a base de torrents, pedales y MP3.
Es en ese momento cuando uno dice, ¿en qué quedamos? ¿No era tan cool ser medio autista? ¿No te daba lo mismo que los que te rodeaban te mandaran a la cresta? ¿Si todo el mundo es tan imbécil entonces porqué no te sales con la tuya? ¿No te sentías tan superior? ¿Te tienen que entregar una beca por ver tantas películas?
Ariel Roth dice que andando en bicicleta no compite con nadie, que puede andar a su propio ritmo, sin que nadie lo apure. Perfecto. Pero su gran conflicto es cuando mira para el lado, cuando se compara, cuando saca la calculadora y el cronómetro.
Creo que no hay nada peor, nada mas cobarde, que decir que no se está compitiendo cuando lo único que se quiere es llegar de los primeros a la meta.
Siento que con la actitud que muestra Ariel Roth frente a los triunfos ajenos, deja en evidencia que estaba en una carrera, pero no quería que nadie se diera cuenta, y cuando creyó que ya no tenía opciones de ganar, decide retirase. Se sale. O se hace el lesionado. Y en otro lugar, donde nadie lo ve, comienza a pedalear lento, dando vueltas, de noche. Completamente solo. Sabe que ahí nunca va a llegar último. Pero tampoco primero.
Y a pesar de todo lo que se le pueda criticar a Ariel Roth, para mi eso es un final feliz. O casi.
Un giro radical asume Alberto Fuguet como cineasta y productor tras su debut con “Se arrienda” (2005), al optar por una película a pequeña escala y con una reducida distribución en el circuito comercial de salas.
Ariel (Pablo Cerda) es un diseñador gráfico de 34 años cuyas pasiones son andar en bicicleta y ver películas en su computador. Tras la ruptura amorosa con Claudia (Francisca Lewin) y el distanciamiento con su amigo Carlos (Andrés Velasco), intenta recomponer su vida y establece amistad con Danko (Lalo Prieto) instructor de artes marciales y Coke (Juan Pablo Gómez) un primo teenager y millonario.
Un avance en el sentir lúdico del cine ofrece Fuguet, acierto para un director que privilegia que sus protagonistas recorran la ciudad, tal como vimos en “Se arrienda”. En este caso los travellings que siguen a Ariel en su bicicleta acercan al espectador a una sensación de soltura, similar a la que ocurre al ver a Nanni Moretti arriba de su Vespa en “Caro diario” (1993). Atractivo que se basa en secuencias minuciosamente elaboradas, con detalles como el sonido de la cadena en sincronía con irregular ritmo del pedaleo o melodías contagiosas que acompañan los derroteros de Ariel.
Frente a esa simpleza de la historia, con notable trabajo de montaje y fotografía, se contradicen las explicaciones de cada período del protagonista con títulos ad hoc, tan innecesarios como la autopresentación que realiza Ariel en el inicio. Fallas que también atentan contra la verosimilitud, pues a pesar de la belleza del plano de año nuevo que implica el paso del tiempo, no se advierte el cambio de estaciones en el año entero que vemos al ciclista. Lo más curioso es que Ariel tampoco enfrenta algún problema con los autos y micros que transitan, algo difícil de creer en especial si no usa casco. O tal vez lo que lo define radica en que su actitud de vida es andar sin casco, sin responsabilidades emocionales y con el desparpajo de la intolerancia
Mirada generacional con personajes ligeramente insulsos que se cruzan con la sensibilidad de la nueva camada, como Coke, que son más libres y desenfadados sexualmente que Ariel, para quien la ruptura con Carlos causó mayor impacto que el término con Claudia. Vacío que da pie a la alienación, expuesta cuando Ariel mira películas sólo frente al computador y que tiene su contraparte (y ese es el gran logro) en los instantes de mayor intensidad, como el sutil y logrado diálogo entre él y la mujer de Danko durante un asado.
Sin duda, a Fuguet como cineasta le acomoda más una bicicleta digital que la limosina de celuloide que significó su trabajo anterior, ahorro que implica mayor autonomía, lo que debería ser para él un atributo invaluable.
Entrevista aparecida en el diario del SANFIC.
Alberto Fuguet / director
Competencia de Cine Chileno
VELÓDROMO
El cine convencional nos acostumbró a que los protagonistas encarnaranvalores o ideas con las cuales el público busca identificarse, pero en las últimas décadas se ha hecho más habitual encontrarse con personajes que no necesariamente generan una empatía con el público. En ese sentido, ¿por qué decidiste desarrollar un personaje como Ariel Roth?
A mí lo que más me interesa como espectador primero, y luego como supuesto cineasta o creador, es lograr empatizar con el personaje y que el personaje lo logre con el público. Sobre todo con el tipo de cintas que deseo hacer, que están centradas 100% en el personaje principal (lo que yo llamo cine en primera persona). Mi impresión es que Ariel sí es capaz de generar una empatía pero, claro, no con todos. Tiene sus mañas, tics, es torpe y no anda intentando seducir al público, es cierto, pero creo que todos somos más o menos así. La gente que intenta seducirnos muy rápidamente es sospechosa.
Para mi gusto, Ariel es el más “normal” de todo el grupo, pero esa es mi visión. Hay muchos Arieles dando vueltas, claramente tiene cosas del grupo que hizo la película y desde siempre, creo, me han interesado los personajes que te conquistan y no aquellos que buscan seducir a la platea y tratar de ganar su simpatía de una.
Tu anterior largometraje, “Se Arrienda”, se realizó con un elevado presupuesto considerando los estándares del cine latinoamericano, mientras en “Velódromo” los costos fueron notoriamente menores. ¿Por qué decidiste hacerlo así?
“Se Arrienda” fue mi debut y mi aprendizaje, claramente. Y se hizo como se hacían las películas en ese entonces: cintas a lo Hollywood, pero hechas en América Latina, cintas filmadas en el siglo XXI, pero a la siglo XX. “Se Arrienda” fue parte de una manera de concebir el cine que todos en ese entonces (y muchos ahora) pensaban que era la única manera. Quizás lo era. Un cine que era semi-industrial, que necesitaba pagar sueldos, generar recursos y taquilla, que debía ser en cine y estrenarse en salas, etcétera. Todo esto ya no lo veo necesario. Ya no es tan clave ganar un fondo o esperar varios años e ir de work in progress a work in progress o tener que seducir a sensibilidades extranjeras. Jamás pensé que se podría filmar sin presupuesto y que un set podía parecerse al escritorio de un escritor. Lo hice porque nadie me ofreció dinero, es la verdad, pero en el camino descubrí que el cine garage es lo que me interesa y es por la libertad, la tranquilidad y la idea de que si el filme fracasa económicamente, no es gran tema porque el dinero fue tan mínimo que es casi como reclamar porque gastaste mucho en tus vacaciones. Esto que el dinero salga de la ecuación, creo que hace que el cine deje de ser sólo una industria y un arte muy tomado de la mano de la industria o de mecenas. Esto me parece de verdad revolucionario. Un escritor nunca ha necesitado conseguir dinero para escribir, y sabe que nunca vivirá de sus libros.
Sí, pero no por dárnoslas de guerrilleros, sino porque me parecía que le daba más realismo y nos ahorrábamos extras. La gente no captaba que estábamos filmando. Nos criamos con 35mm y todo nuestro imaginario es en 35mm y por eso lo queremos, pero también “Martes 13” y “Porky’s” se hicieron en 35mm. Creo que lo alucinante del digital es que se parece mucho más al ojo. Esto de no tener que depender de luces es bien alucinante. No sólo te da movilidad sino además te permite captar lo que uno ve, cómo uno lo ve y siente la noche, sobre todo. Creo que tal como algo serio sucedió cuando los escritores comenzaron a escribir con computador, lo mismo está sucediendo ahora que el HD se está democratizando. Lo importante, para mí, es filmar digital pero respetarlo, es decir, no tener un equipo de cine usando una cámara digital, eso sería como escribir a mano y luego pedirle a una secretaria que te tipeara todo. Este sistema, y esto lo saben todos lo que lo han usado, te permite, al final, intimidad. Trabajar con lo justo, y que se cree un ambiente de total confianza, donde uno se sienta como director a cargo del set y no sólo una persona más.
por m
Encuentro que el Sanfic está cada día mejor. Siento que a poco la ciudad se ha ido impregnando del festival y cuando uno anda por la calle se da cuenta de que algo está pasando. Yo quería ser parte, pero como no tengo mucho tiempo para ir al cine, tenía que escoger con pinzas qué ver y me decidí por Velódromo, la película de Alberto Fuguet. Por suerte le achunté. Me gustó ene, enganché con la historia, los diálogos y los personajes.
Me encanta que se estén haciendo este tipo de películas en Chile, donde la gente habla, se mira, come o va al baño. Gente normal, bueno a lo mejor no taaan normal (quién lo es?), pero cuyas vidas son interesantes así como podría ser la de cualquiera. Donde a veces se conversan estupideces y a veces cosas importantes. Además enganché demasiado con algunos temas que rondan mi cabeza, como lo rápido que pasa el tiempo.
Al final de la función, Fuguet y Pablo Cerda, el protagonista, contestaron algunas preguntas del público. Yo pensé que como había tanta gente nadie se atrevería a preguntar, pero sí hubo valientes y ellos fueron demasiado buena onda en sus respuestas.
Para quienes les tinque, la volverán a dar hoy a las 18.00 horas en el Hotys de La Reina. Ojo porque la función de ayer estaba repleta y con una cola eterna para entrar, así que la recomendación es llegar con bastante anticipación. De todas maneras estén atent@s que se viene una nueva premiere Zancada!
Este miércoles en la noche Alberto Fuguet presentó por primera vez en Chile su película Velódromo dentro del Sexto Festival Internacional de Cine de Santiago (Sanfic 6) y hacia el final de la función la respuesta del público fue cálida, comprometida y con una serie de preguntas que mantuvieron a su realizador por varios minutos en la sala. Velódromo es una de las nueve cintas chilenas en competencia en el encuentro y ya en abril de este año estuvo exhibiéndose en el Festival de Cine de Buenos Aires (Bafici).
El filme protagonizado por Pablo Cerda (en la foto), Francisca Lewin y Lalo Prieto cuenta en 110 minutos los avatares de Ariel Roth, un diseñador en la medianía de los 30 años que al parecer sólo hace dos cosas bien en la vida: pedalear en su bicicleta por las calles de Santiago y descargar películas de internet. Quizás como un guiño al estilo de vida de su protagonista, siempre conectado a la red, Velódromo se estrenará comercialmente de una forma no tradicional, utilizando varias plataformas al mismo tiempo.
A diferencia de la exhibición normal de una cinta en salas (y donde permanece hasta que la taquilla la saca de cartelera), el segundo trabajo de Fuguet tendrá una exhibición de sólo dos semanas en la sala multimedial El ladrón de bicicletas, nuevo recinto ubicado en pleno Barrio Bellavista (Dardignac 0163) y que es de propiedad del periodista y figura de TVN Carlos Pinto.
El filme se dará en esa sala desde el 16 de septiembre, pero desde esa misma fecha también se podrá ver por la señal de cable VTR a través de su sistema de Video On Demand (películas compradas a gusto del consumidor) y por la misma vía en Bazuca.com
Esta modalidad de "estreno a tres pistas" como la llama Fuguet es única en el país, pero ya tiene antecedentes en Estados Unidos con Steven Soderbergh (quien estrenó sus filmes Bubble y The girlfriend experience en varias plataformas al mismo tiempo). En Europa, además, Jean-Luc Godard exhibió su última cinta Filme socialisme al mismo tiempo en Cannes 2010 y en internet de pago.
"El concepto de las ventanas (estrenar primero en el cine, luego en el DVD, después en el cable) está obsoleto. Desde que apareció el Iphone ya no tiene sentido. Por el contrario, yo suscribo la teoría de las habitaciones: es decir, cada quien ve la película donde más le acomode. Una familia quizás la ve en el cable, un universitario puede tener tiempo de ir al cine, un tipo con mucho trabajo solamente la puede ver en internet. Y no me importa que todo sea al mismo tiempo", dice Fuguet, quien adelanta que a fin de año la película se podrá ver gratis en su propio portal web Cinepata.com
Velódromo - Teaser Oficial from Cinépata on Vimeo.
Algunos dicen que filmar es como escribir. Nunca mejor dicho al hablar de Velódromo, el segundo largometraje de Alberto Fuguet. La película se estrena en agosto próximo, pero su director la ha mostrado en universidades del mismo modo en que la hizo: con total libertad.
Por Christian Ramírez